viernes, 25 de mayo de 2012

Reportaje fotográfico: 360 días de "no Feria".

Había salido aquel día con dirección Castilblanco-Burguillos-Guillena, con un enfoque muy claro de lo que iba a hacer una vez hubiera llegado. En mi cabeza, las imágenes grabadas a base de tanto recorrer el mismo camino habían sido idealizadas, mi mente las adaptó a mi objetivo: fotografiar lugares de tránsito, olvidados durante meses, en los que no alcanzaba a ver, con la velocidad del trayecto, la presencia de ningún ser humano.

Llegué dispuesta a hacer mi inventario de casetas abandonadas, planos generales, con un encuadre a lo Becher (me emocioné un poco, sí), pretendía retratar la soledad, el abandono; pero las sensaciones que me transmitían aquellos espacios eran algo distintas. Pues en éstos se adivinada la presencia humana, no solo por el hecho de que tan solo hacía unos meses las casetas habían rebosado vida, sino porque existían personas allí que realmente le encontraban alguna utilidad, más o menos productiva. Nómadas rurales que dejan su huella en construcciones inútiles, que pasan los días oxidándose hasta que la tradición popular decida ponerles el traje de fiesta. Ahora son improvisados botellódromos, vertederos, casitas para perros, cocheras, o simplemente para algunos, hogares. 

Pero lo cierto es que estos lugares no llegan a ser nada, no tienen "identidad". Año tras año se transforman, se disfrazan con colores distintos, se envuelven con otra música, y luego esperan 360 días a que el pueblo los reclame de nuevo. En unos cuantos meses son usados, destrozados, olvidados, ensuciados...Son de todo pero no son nada. Espacios para la no-vida, que nos revelan, en realidad, que pocos días son fiesta, y que pocos no lugares llegarán a ser un "lugar" algún día.

"Si un lugar puede definirse como lugar de identidad relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un no lugar". Marc Augé.










miércoles, 23 de mayo de 2012

Imitación de autor: Philippe Halsman


PHILIPPE HALSMAN (1906-1979)

         Nació el 2 de mayo de 1906 en Riga en el seno de una familia judía y estudió ingeniería en Dresde. En 1928 fue acusado públicamente de parricidio; su padre que tenía por nombre Morduch cayó y murió durante una excursión campestre en los Alpes austríacos, sin embargo la gente de los alrededores no dudó en acusarlo de haber cometido asesinato, influidas por su origen judío y del antisemitismo existente y a falta de otras pruebas. Sería llevado a juicio y condenado a cuatro años de cárcel y de no ser por la presión de un destacado grupo de intelectuales, entre los que se encontraban Sigmund Freud, Thomas Mann y Albert Einstein, hubiera pasado entre rejas más tiempo de los dos años que de por sí estuvo. Después se instaló en París donde trabajó como fotógrafo de moda independiente y colaboró en la revista Vogue. En 1940, comenzada la Segunda Guerra Mundial y ante la inminente llegada del ejército alemán marchó a los Estados Unidos con ayuda de Albert Einstein, donde alcanzaría fama mundial, llegando a realizar más de cien portadas para la revista Life. En 1947 obtuvo la nacionalidad estadounidense.

        Si por algo se caracterizó Halsman fue por su ingenio, materializado sobre todo a través de la técnica del "jumping style" o "jumpology", a la que él dio origen. Se trataba de retratar a la persona saltando, para así conseguir una imagen de ésta mucho más real, más verdadera, sin artificio ninguno, sin que el cerebro pudiera controlar la expresión del rostro. «En un salto, la máscara se cae. La persona real se hace visible», explicaba Halsman. El resultado era una imagen de la persona bien distinta a como solía aparecer, y por ello con gran atractivo para el público, estas «imágenes de saltos» se publicaron en 1949 alcanzando gran éxito. No todo eran saltos, pero siempre sus fotografías mostraban situaciones divertidas, y algunas, algo provocadoras.

       Por su cámara pasaron desde pensadores, como Albert Einstein, hasta políticos, como Richard Nixon, pasando por artistas de la talla de Marlon Brando, Audrey Hepburn, Alfred Hitchcock, Frank Sinatra o Cary Grant. Y cómo no su adorado amigo Salvador Dalí, con el que trabajó conjuntamente durante muchos años en composiciones de carácter fantástico y surrealista. Las fotografías que hiciera en 1952 a Marilyn Monroe en una pose en la que aparecía «acorralada en un rincón» alcanzaron gran difusión.
Además de su serie de saltos, entre sus trabajos más originales se encuentra una "entrevista fotográfica" al cómico francés Fernandel. Puesto que Halsman no hablaba francés y tampoco Fernandel inglés, a Halsman se le ocurrió que el cómico respondiera a una batería de preguntas sobre Estados Unidos por medio de la expresión facial. El resultado del experimento fue un libro divertidísimo titulado The Frenchman.








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