Llegué dispuesta a hacer mi inventario de casetas abandonadas, planos generales, con un encuadre a lo Becher (me emocioné un poco, sí), pretendía retratar la soledad, el abandono; pero las sensaciones que me transmitían aquellos espacios eran algo distintas. Pues en éstos se adivinada la presencia humana, no solo por el hecho de que tan solo hacía unos meses las casetas habían rebosado vida, sino porque existían personas allí que realmente le encontraban alguna utilidad, más o menos productiva. Nómadas rurales que dejan su huella en construcciones inútiles, que pasan los días oxidándose hasta que la tradición popular decida ponerles el traje de fiesta. Ahora son improvisados botellódromos, vertederos, casitas para perros, cocheras, o simplemente para algunos, hogares.
Pero lo cierto es que estos lugares no llegan a ser nada, no tienen "identidad". Año tras año se transforman, se disfrazan con colores distintos, se envuelven con otra música, y luego esperan 360 días a que el pueblo los reclame de nuevo. En unos cuantos meses son usados, destrozados, olvidados, ensuciados...Son de todo pero no son nada. Espacios para la no-vida, que nos revelan, en realidad, que pocos días son fiesta, y que pocos no lugares llegarán a ser un "lugar" algún día.
"Si un lugar puede definirse como lugar de identidad relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un no lugar". Marc Augé.
"Si un lugar puede definirse como lugar de identidad relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un no lugar". Marc Augé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario