lunes, 1 de abril de 2013

Bodegón tenebrista. Gn 3:16







El título, “Gn 3:16”, hace referencia a una cita extraída del libro Génesis, de la Biblia, que relata el celebérrimo episodio del Pecado Original. Según la creencia, Dios puso a Adán y Eva en el paraíso y les dijo que podrían disfrutar de todo lo que les rodeaba excepto del fruto del “árbol de la ciencia del bien y del mal”, pues morirían al comerlo. Satanás, que tomó forma de serpiente, engañó a Eva y la tentó para que la probase, y ésta a su vez se la ofreció a su compañero. Dios, al contemplar este acto de desobediencia decidió expulsarlos del paraíso.

Y en el castigo que les impone Dios, especialmente a Eva, es donde me detengo; Dios dijo entonces a la mujer: “En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos; y con todo, tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti”. Este fragmento corresponde al versículo 16 del capítulo 3 del Génesis (a su vez perteneciente al Pentateuco, que aparece en el Antiguo Testamento).
Esta creencia ha contribuido en gran medida a la instauración de una sociedad machista, que ha depravado e infravalorado la figura de la mujer durante siglos, y en la actualidad, sigue siendo un pretexto muy recurrente que dificulta y ralentiza la desaparición del machismo suponiendo un obstáculo en el camino hacia la igualdad.

Mi intención es pues recalcar este hecho, denunciándolo y reflejándolo de manera dramática; ya que mientras este mito siga divulgándose y la sociedad no lo perdone, la supremacía del hombre nunca desparecerá y las mujeres seguiremos siendo consideradas culpables de todos los males.

En la composición, tanto la manzana como la naranja tienen un peso simbólico muy marcado. El significado de la manzana es el más claro: se relaciona directamente con el Pecado Orginal; aunque  para destacar en mayor medida esa asociación que tiene con la mujer y el sentimiento generalizado de culpabilidad hacia esta, añadí un corte a la fruta que le diera la apariencia de genitales femeninos. La naranja, basándome en la simbología clásica de los bodegones, es sinónimo fertilidad; es por ello que se encuentra desgarrada e impregnada de sangre, pues hace alusión a ese castigo divino que citamos con anterioridad (recordemos: “En gran medida multiplicaré tu dolor en el parto…”). 

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